Desde el pasado jueves tengo en mis manos un libro de viajes tremendamente especial, una auténtica joya. Lo primer de todo es que se trata del libro de un amigo, el bueno de Francesc Balagué, lo segundo es que es un reflejo de su vuelta al mundo, y lo tercero es que ha sido un proyecto impulsado por Crowdfunding mediante la plataforma Goteo.
La suma de muchas personas hizo posible que el libro viera la luz y fuese real. Confieso que desde que supe del proyecto me ilusioné de una forma muy especial. Yo tenía claro que como muchas otras personas debía poner mi granito de arena para colaborar en la fantástica iniciativa de reflejar aquel viaje. La Ruta Baobab iba a pasar del blog al papel, y conociendo el talento de Francesc, sabía que iba a llegar a buen puerto.
Decía la viajera y escritora Rosita Forbes aquello de que “El viaje perfecto nunca termina, la meta está siempre en la orilla opuesta del río, al otro lado de la siguiente montaña.No llegar nunca a la meta es el precio que el viajero errante paga por el derecho a la aventura“. Puede que estemos en lo cierto, pues el bueno de Francesc está de nuevo en la otra punta del mundo empezando una nueva vida personal y profesional en Rio de Janeiro.
Conocí a Francesc primero de forma online, yo salí de viaje vuelta al mundo y a Julen se le acercó Francesc para decir que aquello de Trendtrotters y el viaje como forma de aprender encajaba con su mirada. Francesc iba a realizar también un viaje vuelta al mundo. Su formación como profesor y pedagogo le llevaría a incidir en el conocer escuelas y proyectos interesantes alrededor de la educación.
Así que cuando yo andaba de viaje empecé a intercambiar muchos emails con Francesc, ya se sabe eso de que con ciertas personas hay un feeling especial a pesar de no conocerse en persona. Así fueron transcurriendo los meses, yo empecé por India y estaba viajando y aprendiendo de forma intensa con mi viaje por Asia y en ese momento Francesc empezaba por el otro lado de la tierra, Sudamérica.
Reconozco que el propio nombre de su blog de viajes tiene algo especial, aquella Ruta Baobab me recordaba desde siempre al Principito y a eso de que muchas veces conviene tener una mirada diferente de ver las cosas y la propia vida.
El bueno de Francesc rebosa autenticidad y humanismo por todos lados, tanto en su forma de viajar, como en la de escribir y ser. Es de esa gente que siento cercana y con la que me identifico, viajes intensos y llenos de pasión pero de forma pausada y humanista. Miradas donde se acopla aquello que decía Manu Leguineche de que “el viaje debe hacernos más humildes y que lo importante no son los paisajes, lo más importante son los paisanajes”.
El humanismo viajero se refleja muy bien en Francesc y adquiere su fiel recompensa en las gentes que aparecen en los caminos . Y es que como decía el bueno de Jacinto Antón sobre Patrick Leigh Fermor “la gente es lo mejor: se abre al joven viajero, mostrándole lo más recóndito de su alma, entregada, frente al inofensivo y joven testigo, a un monólogo en el que laten, prístinas, directas, las vidas, las esperanzas y los sueños de un tiempo perdido”.
En estos tiempos de tweet fácil y vuelos low cost resulta muy enriquecedor tener miradas como las de Francesc. Su mirada parece como la de los viajeros de antaño, serena, humilde, humanista y llena de curiosidad.
Vivimos tiempos donde se inventan palabras, inspirador, influenciador, cualquier palabra vale en el actual mundo 2.0, en cambio Francesc encarna muy bien esa noble palabra que lleva siendo usada desde hace siglos: viajero.
Tengo por delante la lectura del libro, y al pasar las páginas siento no solamente el viaje de Francesc, siento el mío propio y también el de todas aquellas personas que alguna vez soñaron y consiguieron realizar su sueño.
Gracias amigo Francesc por hacerme volver a vivir aquello de dar la vuelta al mundo puerta a puerta y reafirmar aquello de que no hay mejor forma de aprender que el viaje.
Hoy la cita es: “El día a día puede ser un gran viaje, pero un gran viaje también puede ser tu día a día. No dejes de viajar, vale la pena” Francesc Balagué
